Rubiales, en el centro, junto a García Gaona y Pablo Lozano, presidente de la Andaluza, en la Ciudad del Fútbol de Ceuta

Que el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, haya visitado oficialmente Ceuta sin hacer declaraciones hay que considerarlo una falta de respeto, o un desprecio, como prefieran. No es normal que el máximo dirigente del fútbol español venga a la ciudad y no se digne a atender a los medios de comunicación locales. Eso es una falta de respeto en toda regla a los periodistas, a sus lectores, a sus oyentes, a sus telespectadores y, en definitiva, al fútbol ceutí. Porque no es normal, y que se recuerde es la primera vez, que el presidente de una Federación nacional visita Ceuta y no atiende a los medios. Hasta el defenestrado Villar, siempre reacio a la exposición mediática, realizó declaraciones en Ceuta cada vez que vino.

Con Rubiales no ha habido ni rueda de prensa ni canutazo, ni siquiera unas palabras aunque fueran sin preguntas. ¿No tiene nada que decirles a los ceutíes, de visita en su ciudad, el presidente de la Federación más importante del país en una ciudad en la que su Territorial recibe 805.000 euros de subvención que sale de los bolsillos de todos los ceutíes? ¿O es que solo ha venido a Ceuta a asegurarse su voto en las próximas elecciones a la presidencia de la RFEF?

El silencio de Rubiales, que cuando la vez anterior visitó Ceuta recién elegido en 2018 se mostró muy dicharachero en el discurso que soltó ante Vivas y luego ante el corro de periodistas, lleva a concluir que su regreso a la ciudad autónoma en año olímpico y, por tanto, de elecciones a la presidencia de la RFEF en las que tendrá que batirse con Iker Casillas, ha tenido el claro propósito de conseguir el compromiso de García Gaona y su Territorial de apoyarle en su carrera para intentar ser reelegido.

Probablemente a Rubiales podría incomodarle alguna pregunta relacionada con la celebración de esos comicios, que él pretende que sean antes de la Eurocopa, en la estrategia que ha debido diseñar para contrarrestar el indudable tirón de Casillas, excapitán y santo y seña de la selección española que se proclamó campeón del Mundo y de Europa.

Algo tendría que decir también como anfitrión García Gaona sobre el silencio de Rubiales en su visita, aunque nada se puede esperar del presidente de la Territorial ceutí sabiendo cuál viene siendo su actitud con los medios de comunicación a raíz de su implicación en la ‘Operación Soule’. Gaona hizo la cruz a muchos de quienes informaron en su momento sobre su imputación, ya se sabe, como si la culpa fuera de los mensajeros. Y desde entonces son contadas sus apariciones mediáticas con preguntas. Es más fácil y más cómodo para él hablar a través de los propios medios de la Federación. De hecho, podemos dar fe de las trabas que encuentran empleados o colaboradores de la Territorial para atender a los medios o realizar una entrevista. Ha de ser con permiso previo y, en ocasiones, hasta intentando vetar preguntas. Así lo quiere tener todo García Gaona, bajo control.

El mismo control que Rubiales quiere ejercer sobre las Territoriales para aferrarse al cargo, aunque debe andarse con ojo ante la volatilidad de ciertos dirigentes que hoy están a muerte contigo y mañana cambian el paso y te dan la espalda. Que se lo digan a Villar.