Rubén Montes, con el trofeo conquistado con el Cisternino

El jugador ceutí Rubén Montes se proclamó el pasado domingo campeón de la Copa Italia de la Serie B con el Cisternino, el equipo al que se marchó el pasado verano. El ala ceutí jugó con fiebre, pese a lo que marcó dos de los ocho goles con los que su equipo derrotó en la final al Meta. Tras unos inicios complicados en el país transalpino, Rubén ha terminado triunfando en el conjunto italiano con 29 goles en la Liga y 7 en la Copa.

“Al principio me costó mucho adaptarme, ya que era la primera vez que salía de casa y, encima, al extranjero. Los tres primeros meses fueron muy difíciles porque el entrenador me explicaba los esquemas y no me enteraba de nada”, relata el jugador caballa.

“También otra cosa fue que aquí viven mucho el fútbol sala, ya que en este pueblecito es el deporte rey, y el campo se llenaba. Yo vine como un jugador que tenía que dar el salto de calidad al equipo y durante esos tres meses no lo hacía. Me perdí los cuatro primeros partidos porque el transfer no llegaba de España y la gente empezaba a hablar mal de mí. Mi familia, mis amigos y, sobre todo, mi novia me han ayudado mucho, ya que se me pasó por la cabeza hasta abandonar”, reconoce el ex jugador de la UA Ceutí.

Pero Rubén no se rindió y ha terminado triunfando en el Cisternino. “Cogí fuerzas y seguí, en diciembre fui elegido el mejor jugador del mes, ya empezaba a encontrarme más a gusto, dominaba mejor el idioma y he terminado en Liga con 29 goles y 7 goles en Copa Italia”.

“Antes de la final estaba en la cama con fiebre”

Para Rubén, la competición copera “han sido cuatro días que no se me van a poder olvidar fácilmente. Para mí ha sido la cosa más bonita que he vivido como jugador. En el primer partido de cuartos de final nos tocó contra los que nos ganaron la Liga. Era un partido especial, ganamos 7 a 3 y metí un hat-trick. En semifinales nos tocó un equipo del Norte de Italia y no tuve tanta suerte, ya que a los diez minutos de partido me tuve que salir porque me deshidraté y no pude seguir. Ganamos 12 a 3. Y en la final, momentos antes de jugarla, estaba en la cama con fiebre, débil, creía que no podía jugar. Estuve hablando con mi padre, me dio una charla, y saqué fuerzas de donde no la había. Salí a jugar, ganamos 8 a 0 y metí dos goles”, concluye Rubén.