Barra libre. Todo vale en el deporte, y especialmente en el mundo del fútbol. Si has tenido una mala semana, te han echado del trabajo, has discutido con tu pareja, ya hay solución. Además, es gratis. La solución es muy sencilla. Compre una entrada para un partido de fútbol, fútbol sala, baloncesto, balonmano y usted podrá insultar, gritar y desear la muerte a quién quiera sin gasto adicional alguno.
Los deportistas de nuestra ciudad cada vez que cruzamos el Estrecho asistimos a un desfile de actuaciones de salvajes que acuden a los recintos deportivos a insultar impunemente, paso previo de sucesos más graves. Lo sucedido esta tarde en el campo del Córdoba cuando un sector de la grada profirió gritos racistas a los jugadores del Goyu tales como 'Moros de mierda' o 'coged una patera y volved a vuestro país', han pasado inadvertidos, han caído de nuevo en saco roto, como ya ha sucedido en ocasiones anteriores. Nadie reacciona y lo peor de todo es que no tiene pinta de que así sea.
Los primeros que pueden juzgar los gritos e insultos que llegan desde la grada son los árbitros. Los dirigentes de la Federación deben hacer ver al colectivo arbitral que deberían reflejar en el acta cualquier tipo de insulto, ya sea de carácter racista o no, que se produzca durante un partido. Caso omiso. El árbitro del partido del Córdoba - Goyu que se disputó este sábado debió ser el único de los que asistió al estadio que no escuchó los cánticos y descalificaciones que llegaban procedentes desde la grada. A día de hoy, pocos clubes han sido sancionados por el Comité de Competición de la Federación ante situaciones semejantes. Es una cadena. Los árbitros no lo reflejan en el acta y Competición no sanciona.
Tengo la total certeza que todo cambiará cuando un árbitro, por decisión propia o por la de un jugador, suspenda un partido por los insultos llegados desde la grada. Son pocos los árbitros que se atreven a poner cualquier reseña en el acta.
El Consejo Superior de Deportes de la mano de Jaime Lissaveztky dio forma a la Ley contra la violencia y la xenofobia en el deporte aprobada en julio de 2007. El problema es que no se aplica, al menos tal y como dice la letra. La citada ley permite al árbitro suspender cualquier tipo de acontecimiento deportivo en los que se produzcan gritos racistas o que atenten contra el honor de los deportistas o colegiados. Se contempla, incluso, penas que van desde los 150 euros a los 600.000 o incluso la cárcel. Además, claro está, de la prohibición de la asistencia a cualquier recinto deportivo. Lo que ocurre es que si no hay denuncia no hay posibilidad de castigo.
La Comisión Antiviolencia sí que propone castigos a los aficionados o clubes que incumplen la norma, pero siempre tras denuncias realizadas por la policía. Ahora la pregunta es clara, ¿por qué el fútbol mira para otro lado?. En Baloncesto, ya ha habido partidos que se han parado ante insultos a los colegiados. No ha hecho falta más motivos.
Desde estas líneas quiero hacer un llamamiento a la Federación de Fútbol de Ceuta para que condene y denuncie estos lamentables actos para que no se repitan estos comportamientos, 'cualquier tipo de acto de racismo, xenofobia o conducta violenta'.