Guillermo Molina vive un verano atípico. Después de 15 años acudiendo con la selección española a Europeos, Campeonatos del Mundo y Juegos Olímpicos, el jugador ceutí decidió dejar el equipo nacional para descansar y pasar más tiempo con su familia. Molina reside en Génova, con su esposa y sus dos hijos, tiene la ciudadanía italiana y a partir del 21 de agosto será seleccionable por el equipo transalpino.
Molina entiende que su etapa con la selección española ha concluido y a sus 33 años se centra en su club, el poderoso Pro Recco, con el que no pudo ganar la pasada temporada la Euroliga de clubes. La próxima temporada al no ocupar plaza de extranjero podrá disputar todas las competiciones y no solo la Copa de Europa.
En declaraciones a Marca y al portal el Waterpolista, el jugador reconoció que "me gustaría jugar por un país que no sólo me ha dado una oportunidad deportiva, sino una familia". Si Italia convoca a Molina y el ceutí decide jugar con el gorro italiano, su debut se produciría en el Campeonato de Europa de 2018 que se celebrará en Barcelona.
Le queda cuerda para rato y quiere seguir disfrutando con el waterpolo. Este verano está disputando la Liga de Malta como en el 2015 cuando la ganó con el San Giljan. Cuando regresé a Italia se centrará en su club, que quiere reconquistar la Euroliga tras el revés sufrido en la Final Six de este año donde debió conformarse con la tercera posición.
Su ciclo con España ha terminado y existe la posibilidad de que abra otro con el país donde vive desde el 2007, cuando fichó por el Brescia, donde conoció a su esposa y han nacido sus dos hijos.