Pedro Iarley, uno de los muchos jugadores foráneos que pasó por la Asociación Deportiva Ceuta hasta su desaparición en el 2012, ha puesto fin a su carrera deportiva a los 40 años. El delantero brasileño tuvo un paso fugaz por el equipo ceutí, al no ser comunitario, pero dejó destellos de su clase y velocidad en los metros de la verdad. Iarley no pasó de la Segunda B en España hasta que brilló con luz propia en Bocar Juniors y en el Internacional de Porto Alegre con los que ganó la Copa Intercontinental y el Mundial de clubes en el 2003 y 2006 respectivamente.
El brasileño anunció hace unos días en el programa 'Debate Bola' que deja el fútbol profesional a los 40 años. Su último club fue Ferroviário, donde comenzó su carrera deportiva. Pedro Iarley llegó a España, como otros compatriotas, para probar en el fútbol europeo. Su destino fue el Foios, un modesto equipo valenciano donde militó la temporada 95-96. Rechazado por el Valencia, el Villarreal y el Levante, Iarley hizo una prueba con el Real Madrid B que lo fichó tras el visto bueno de Paco de García, jefe de ojeadores madridista.
El descenso de los blancos a Segunda B le obligó a marcharse porque en la categoría de bronce no podían jugar extracomunitarios. Iarley recuerda en un reportaje publicado por El País en el 2003 que "el club nos dejó de lado. En el Real Madrid sólo importaba el primer equipo".

El delantero brasileño ganó el Mundial de clubes al Barça con la camiseta del Internacional de Porto Alegre
Tras regresar a Foios, a la espera de que llegara una oferta, Pedro Iarley fichó por la Asociación Deportiva Ceuta. El brasileño no contaba mucho para Álvaro Pérez al considerarlo un futbolista anárquico, poco solidario con el equipo, pero dejó fogonazos de su gran calidad, capacidad para el desborde y punta de velocidad. Jugó la primera liguilla de ascenso a Segunda 'A', con el escarnio arbitral en 'A Malata' contra el Racing de Ferrol.
Pasaporte falso
Iarley, que había llegado a la Asociación junto a Mairton y Ribamar (dos jóvenes brasileños que pasaron sin pena ni gloria por el equipo caballa), no sabía en el lío que se iba a meter: La falsificación de un pasaporte portugués. "El presidente (José Antonio Muñoz Serrano) me dice que hay que arreglar el pasaporte portugués. Yo le digo que no tengo familia en Portugal, pero él insiste en que hay que hacerlo. Un día me fui a Madrid y declaré todo a la Federación. Por eso sólo me sancionaron con seis meses".
El punta brasileño abandonó la AD Ceuta con dirección a la otra ciudad autónoma, donde Míchel, su ex compañero en el Ceuta, lo recomendó a la UD Melilla. Francisco Sánchez Montoya, técnico del equipo azulino, recuerda que "Iarley era fantástico en el desmarque y con un cambio de ritmo impresionante. Sólo se le paraba con faltas. Un día, tras lograr uno de los tantos, se levantó la camiseta y enseñó esta leyenda: 'En Melilla se baila samba; en Ceuta, no'.
En el Melilla recuperó la sonrisa, pero el 3 de marzo de 2001 la Federación Española de Fútbol le retira la licencia hasta que se compruebe si es legal la documentación. Un mes después, Iarley regresa a su país. El 6 de junio, la Federación le inhabilita seis meses, incoa expediente extraordinario al Ceuta y a su presidente. "Quise traspasarlo al Ejido, pero se marchó a su país con el poco dinero que le dimos", confiesa el presidente de la UD Melilla Francisco Benítez en las páginas de El País.
2 Mundialitos de clubes
En su país juega en el Uniclinic, Ceará y Paysandu hasta que su carrera da un giro de ciento ochenta grados cuando se enrola en Boca Juniors. Con el equipo argentino le bastó una temporada para demostrar todo su talento. Ganó el Torneo Apertura 2003 y la Copa Intercontinental del mismo año. Regresa a Brasil, tras jugar un año en México, para vivir otra etapa brillante en el Internacional de Porto Alegre. Iarley gana el Mundial de clubes en el 2006 al Barça de Ronaldinho tras una jugada personal en la regateó a Carles Puyol y dio una asistencia de gol a Adriano.
Su carrera prosiguió en Brasil hasta que en julio de 2014 ha decidido que ya es hora de colgar las botas con 40 años.